sábado, 31 de enero de 2009

2. Los ángeles sí existen

Desde muy corta edad, la mayoría de los fines de semana y vacaciones los pasaba en casa de mi tía Maruja, mi segunda madre o una especie de abuela. Recuerdo una época de mi adolecencia cuando me interesé en cierta literatura disponible en la pequeña biblioteca de la casa de mi tía: la existencia de los ángeles. Era un tema que no le interesaban a ninguno de mis amigos, pero al cual le dedique varias horas de lectura, sacrificando tiempo de practica deportiva (mejengas para los entendidos). Según uno de aquellos libros, los ángeles pueden tener dos formas: la espiritual, en la cual no los vemos pero podemos sentir sus acciones; y la física, es decir, están entre nosotros de forma visible.

A lo largo de mi vida me he dado cuenta como los ángeles sí existen. Con forma humana se han presentado en muchas ocasiones para brindarme su ayuda.

Cuando arribamos a este país, varios ángeles han aparecido en mi vida. Aquí, no se es nadie sin un número de seguro social, una identificación emitida por las autoridades o un historial de crédito, por eso es que la ayuda que nos ha dado Gaby, tía Lilly y el resto de su familia ha sido vital para Ericka y para mí.

No solo nos han acogido en su casa, haciendonos sentir como parte de la familia, mientras conseguimos apartamento, sino que se han esmerado por darnos los mejor de ellos y ayudarnos con todo lo necesario para que logramos instalarnos. El tiempo y los recursos que nos han dedicado durante esta semana no dejan duda de que son ángeles que han bendecido nuestra vida. Sí existen, los teólogos que escribieron esos libros tenían razón, viven entre nosotros y practican lo que el Maestro enseñó en su tiempo: amarás a tu projimo como a ti mismo.

Vivo con la esperanza de que si aplico lo mismo, también pueda convertirme en un ángel en la vida de alguien más.

miércoles, 28 de enero de 2009

1. La llegada

Todo empezó hace unos cuantos meses atrás, cuando me ofrecieron un contrato como consultor en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington DC. Se concretó a finales del 2008 y el 26 de enero del 2009 ya nos encontrabamos volando para esa ciudad.

Llegamos al filo de la media noche a DC y nos trasladamos a un pequeño hotel de paso (para no usar anglicismos, uno que ofrece cama y desayuno) cuyo nombre era "The Inn at Dupont Circle "(aquí si debo respetar el nombre). Nos habían dado la clave de la puerta principal de antemano y nos dejaban la llave del cuarto sobre la chimenea, pues cuando hicimos la reservación (en el aeropuerto de CR) avisamos que llegabamos de madrugada.

Les cuento que es el mejor cuarto en el que he estado en un hotel de este tipo; al día siguiente Caroline (la administradora) nos mencionó que "algo" le había dicho internamente que tenía que darnos la mejor habitación con descuento. Al parecer algunos personajes que trabajan para la Fundación Bill Gates llaman a menudo para reservarla, así que se imaginarán que afortunados fuimos para enfrentar nuestra primera noche con temperaturas heladas.

Caroline hace sentir muy bien a sus huespedes y los chinea con su variado menú para el desayuno. La mañana del martes (27/1/09) compartimos mesa con dos chilenas que llevan una semana de vacaciones en DC, Virginia y su hija Fabiola. Me trasladé 10 años atrás cuando vivía en Santiago de Chile y las personas te saludaban con un "¿cómo estai?". Al final resultó que Caroline también era latina, así que fue un desayuno provechoso en anécdotas y viejos recuerdos. Ese día fue la primera nevada del año en DC, el clima nos estaba recibiendo con su mejor vestido blanco.

Alrededor de medio día íabamos rumbo a Germantown, Maryland, a la residencia de Gaby y su familia. Ellos nos hospedarían en su casa hasta que conseguir un domicilio propio. Precisamente, el miércoles (28/1/09) tía Lilly nos llevó a unos condominios muy cerca de su casa, los cuales le gustaron mucho a Ericka, no obstante son lejanos a la estación del metro, algo crítico para mí pues debo viajar a Washington DC para el trabajo. En la tarde Gaby nos llevó a otros condominios donde finalmente decidimos vivir. El apartamento esta en "King Farm" un suburbio de Rockville (también en Maryland) y a unas cuadras de la estación de metro, lo que va a facilitar mi transporte al trabajo.

Estamos muy agradecidos con Gaby, Tía Lilly y el resto de su familia, pues no solo nos han hecho sentir en casa, sino que nos han ayudado un montón en momentos que no somos nadie en este país. Que Dios los bendiga grandemente.