jueves, 14 de mayo de 2009

19. De mudanzas y antojos...

Me disculpo por mi prolongada ausencia, debido al pináculo que alcance en el anterior "spot", pero acá estoy de regreso.

A inicios de mayo nos mudamos a un primer piso, para que Ericka no tuviera que subir escaleras. El condominio aceptó cambiar el contrato sin penalizarnos y nos dieron un apartamento más grande, con garaje propio y casi al mismo precio. Lo divertido del asunto es que tuve que encargarme por mis propios medios, o más bien por mi propia fuerza, de la mudanza. Las empresas que ofrecen el servicio de mudanza cobran entre 150-200 dólares por hora, con un mínimo de 4 hrs. Como la nueva residencia se ubicaba a solo 100 metros y dado que el esposo de una compañera de trabajo se ofreció a ayudarme, decidí alquilar una camioneta en "U-haul" para transportar el mobiliario básico que tenemos. Todo parecía arreglado.

No obstante, la empresa no aceptó mi licencia de CR a la hora de retirar la camioneta (todavía estaba en trámite mi permiso de conducir), el apartamento nos lo entregaban a medio día y el esposo de mi compañera solo podía ayudarme en la mañana. Para terminar completar la escena, Gaby y Alejandro habían comprado casa y se estaban mudando esos mismos días. Así que con paciencia y resignación empecé a desarmar cada uno de los muebles (esa es la ventaja de los muebles de IKEA) y hacer pequeños viajes desde nuestro antiguo tercer piso hasta nuestra actual residencia. Hice alrededor de 25 viajes entre muebles, maletas y demás cosas; puedo decir que le hice la competencia a esa compañia pues literalmente "yo jalé las cosas" a pie. A las 8:30 pm practicamente estabamos trasladados, pero nos hacía falta algo escencial para pasar esa primera noche, el colchón, lo único que no pude trasladar por mis medios dado su volúmen y su peso. No se imaginan quién termino ayudandome esa noche: mi jefe en el BCCR, quién había viajado por asuntos de trabajo y estaba hospedado a solo unas cuantas cuadras. No se imagan la pena que sentí al llamarlo y pedirle el favor, pero dada su cortesía se convirtió en la ayuda menos pensada y valiosa de esa mudanza.

Menos de una semana después y con la ayuda de Dios, ya estabamos usando el garaje, ante una oportunidad que también se presentó en el momento menos pensado y luego de haber visto una infinidad de vehículos.

Por dicha los antojos de Ericka aparecieron hasta hace poco, cuando ya disponemos de medio de transporte, porque para satisfacer el primero de ellos tuve que desplazarme más de 5 millas al establecimiento más cercano de una cadena de "rollos de canela". Bueno, debo señalar que para este y los otros antojos que se han presentado, "doña Gipi" ha sido de gran ayuda (como le llama la sobrina de Gaby al GPS o sistema de posicionamiento global) para ubicarme con las direcciones. Así que ya con carro, licencia del estado de Maryland en mano y con "doña Gipi" a bordo, tenemos luz verde para recorrer este país.

Los dejo con una foto con 16 semanas de embarazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario